Sé que me vais a coser a capones por lo que voy a decir. Aunque estoy de acuerdo con la forma de este comunicado quisiera aclarar algunos "concetos" que no comparto del todo:
1) Cuando nos dicen en el telediario que "se pierden miles de hectáreas que no se podrán recuperar nunca del todo" no es del todo cierto. En la mayoría de los casos, los incendios no son tan catastróficos como los pintan (a parte, claro, de las pérdidas de vidas humanas, bienes materiales y fauna, que eso sí es una catástrofe). En la mayoría de los casos, tras el incendio, el bosque se recupera completamente. Hay un dato sorprendente y revelador sobre los bosques: en 1970 las superficie forestal en España era de 12 millones de hectáreas. ¿Sabéis cual es la superficie forestal actual? 18 millones de hectáreas. Si, aunque suene increible es mucho mayor. Como los bosques solo salen en las noticias cuando se queman, la gente se imagina que cada vez debe haber menos, y que ya deben quedar muy pocos. La realidad es que la superficie forestal va en aumento, y ha crecido un 50% en 40 años.
2) Siempre se suele criticar la falta de medios, sin pensar que actualmente hasta el 95% de los incendios que se producen se apagan rápidamente, pero el 5% restante es responsable del 90% de la superficie quemada. Y si este 5% se "escapa" no es por falta de medios o descoordinación entre los mismos, como oímos a menudo. Es, sencillamente, porque no se pueden apagar todos los incendios. Es imposible.
Cuando las condiciones son extremas (el famoso 30-30-30: más de 30ºC de temperatura, humedad menor del 30%, velocidad del viento de más de 30 km/h) cualquier chispa puede convertirse rápidamente en un incendio. Y si hay combustible suficiente, no en un incendio cualquiera, sino en lo que se conoce como Gran Incendio Forestal (aquel cuya propagación trasciende la capacidad de extinción). Cuando las llamas son de varios metros de altura y el fuego se propaga a varios kilómetros por hora, no hay quien lo pare, y no es cuestión de poner más medios, de traer hidroaviones desde la península o de que aparezca la UME como el séptimo de caballería (por cierto, hay más cuerpos de extinción además de la UME: están los BRIF, los retenes, bomberos, helitransportadas...). Como decía, cuando las condiciones son extremas, sólo cabe esperar a que mejoren, como pasó en Dos Aguas con el viento de Poniente o en la Jonquera con la tramontana.
Hay ocasiones que, aunque tengas todos los medios técnicos y humanos, si se produce un Gran Incendio Forestal, lo único que puedes hacer es sentarte y esperar a que cambien las circunstancias. Pedir más efectivos no es la solución para todos los problemas. Y, repito, estoy en contra de todos los recortes que están haciendo.
3) Hay dos tipos de incendios: el de superficie y el de altura. En el primero, básicamente se queman las herbáceas, matorrales y los árboles más pequeños, mientras que los árboles más grandes sobreviven, fundamentalmente porque tenían una corteza muy gruesa (resultado de la adaptación a ese tipo de incendios). Estos incendios vienen "bien" que se produzcan de vez en cuando porque reducen la cantidad de combustible que puede arder y hacen que los próximos incendios sean menos virulentos y agresivos. Si no se queman periódicamente el matorral y los árboles más pequeños, se acumula una enorme cantidad de sotobosque que impide la regeneración y que, cuando se dan unas condiciones climáticas determinadas y se acaba produciendo un incendio, porque antes o después se acaba produciendo, hace que éste sea de mucha mayor intensidad, arrasando con toda la vegetación. Es lo que se conoce como la "paradoja de la extinción": el éxito en la extinción puede llevar a un cambio en la estructura de la vegetación que haga que los incendios sean de mucha mayor intensidad, más difíciles de controlar y más dañinos.
4) Se suele recurrir siempre a culpar a los pirómanos como causantes de casi todos los incendios. Es cierto que más del 80% de los incendios son causados por el hombre, pero sólo un 25% son intencionados, y de ellos la mayor parte son obra de incendiarios, que son aquellos que queman el monte por alguna razón o interés, sin tener ningún tipo de psicopatología. Los pirómanos están detrás de tan sólo el 5% de las igniciones, una incidencia mucho menor de la que se piensa y de la que transmiten las noticias.
5) Volviendo de nuevo sobre la culpa del hombre en los incendios, no es cierto que los bosques ardan porque malnacidos val a prenderles fuego, sino porque los incendios son consustanciales a la interacción del hombre con la naturaleza. En pocas palabras: cuanto más se acerca la civilización a la naturaleza, más la daña. La cantidad de incendios de origen humano se relaciona estrechamente con la densidad de población y con la existencia de lo que se llama la "interfase urbano-forestal": manchas de zonas residenciales imbricadas en el medio rural. Sólo en Cataluña hay más de 2.300 urbanizaciones, donde viven 600.000 personas. Barbacoas, vehículos circulando, cigarrillos mal apagados, cocinas, soldaduras, maquinaria... cualquiera de estas actividades puede generar chispas que, si se producen en zonas forestales, pueden ocasionar un grave incendio.
¿Queremos vivir en el monte, rodeados de bosque? Pues lo primero que tenemos que asumir es que esto trae consecuencias. Vivimos en un paisaje inflamable, que antes o después arderá, y debemos estar preparados para ello. Se hace imprescindible una legislación específica para casas, construcciones y urbanizaciones en medio forestal. De lo contrario, si seguimos construyendo casas a pie de bosque estaremos copiando el modelo urbanístico de California, donde cada año más de 1.000 casas arden a causa de los incendios forestales. ¿Es esto lo que queremos?
6) Para prevenir el segundo tipo de incendios (los de altura, dañinos porque queman también los árboles y no sólo el sotobosque), la mejor manera, como digo, es reducir el combustible, es decir, reducir la cantidad de madera que puede arder. Antiguamente del propio bosque se extraían multitud de productos: madera, leña, carbón, resina, corcho, miel... Esto hacía que la cantidad de combustible presente en el bosque fuera baja, y por tanto había menos incendios y de menor intensidad. Con el abandono del medio rural a partir de mediados del siglo XX y, en menor medida, con el éxito de las políticas de extinción, se ha incrementado de manera drástica la cantidad y continuidad de combustible. Las pequeñas manchas en mosaico han dado lugar a grandes extensiones continuas de vegetación inflamable. El combustible, la vegetación, ya no es un factor limitante, y el bosque es, como se suele decir, un polvorín. Si a esta situación le añadimos el aumento en el número de igniciones que hemos comentado antes, tenemos el escenario actual, en el que los incendios son de mayor intensidad y tamaño.
Y tampoco la solución pasa por poner a los parados o a los presos a limpiar el monte como he oído en alguna ocasión. Los trabajos forestales, en contra de lo que suele creerse, requieren de una cierta formación y preparación técnica, y para eso están las empresas del sector. Poner a personal no cualificado a realizar trabajos forestales haría disparar el coste de la hectárea tratada, además de suponer un peligro.
7) La mejor que se puede adoptar para luchar contra los incendios destructores, la mejor solución, la más sostenible y eficaz, pasa por recuperar las actividades agropecuarias y forestales tradicionales. Por potenciar el sector primario. Por aprovechar la madera, entendiendo de una vez por todas que es un recurso renovable; por regular los aprovechamientos de setas y frutos; por impulsar la utilización de la biomasa para generar energía; por recuperar el pastoreo y las explotaciones de corcho y resina... Pasa por tomar medidas que impulsen que los bosques vuelvan a ser rentables, y medidas audaces, valientes, como el uso del fuego como herramienta para reducir el combustible. Y todo ello en el marco de una gestión forestal que siga los principios de la multifuncionalidad y que garantice un correcto ordenamiento del territorio. No es fácil, pero si se consigue esto no sólo se mantendrá el combustible en niveles más sostenibles, sino que también se reducirán las igniciones. Si el monte da dinero a los pueblos, se crearán puestos de trabajo, se fijará población al territorio y no habrá interés en quemarlo.
Ya veis como no todo es tan fácil como culpar a la falta de medios, pedir que se endurezcan las penas y exigir que se conserve el medioambiente. Hay que estudiar bien la raíz del problema y, tal vez, adoptar otras soluciones que, aunque sean menos "políticamente correctas", pueden ser más efectivas.
_________________ Al gobierno le gusta cuando callas porque estás como ausente
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