Querido y apreciado Kefas: Con el afán de no seguir en un debate sin sentido (aunque pueda sentirse instructivo) te comento (ni afirmo ni pruebo) que cuando uno alcanza y trasciende el mundo de las ideas, la palabra queda sometida y se ofrece como ramera. Mucho ojo con la palabra, porque es la causa de la separación, del conflicto y de todas las contradicciones. Cuando ésta no coincide con el hecho es el inicio de las demagogias y falacias.
En los juegos que apasionan dos posturas se debaten, ambas te condicionan: La defensa y el ataque. Es la ley de los opuestos la que debes comprender, no siempre sales ganando y no es tan terrible perder. Porque monótona fuera una vida sin extremos, todo lo que escogemos se encuentra de esta manera. Pero sería aun más cansón quedarse siempre en lo mismo siguiendo el automatismo en la falta de elección. Ser como violenta fiera que embiste de frente y ataca o ser una mansa vaca que la dirige cualquiera. Ser el radiante Sol que con sus rayos deslumbra o una Luna en la penumbra con resplandor de farol. Si el destino (o el azar) definieron tu camino, si no puedes no avanzar, tan solo seguir tu sino... ¿Se podrá con atención Observar, ver otro rumbo, penetrar y romper un mundo, y cambiar de dirección? Lograr el libre albedrío (si acaso existe tal cosa) trocar la semilla en rosa y ser dueño de lo mío. Que se haga mi voluntad en el cielo y en la tierra y declararme la guerra, y encontrar mi otra mitad. Entrar en contradicción con todo y conmigo mismo arrojándome al abismo de no albergar elección. Pasar de activo a pasivo dejarlo todo a la suerte, vislumbrar la propia muerte para saber que estoy vivo! ...
Existe lo vasto, pero también lo infinito, aunque no pueda probártelo más que con tres puntos suspensivos...
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