Tres años después...
El amor, la amistad y la fraternidad no son sensaciones sino emociones. Bueno, puede que la fraternidad incluya también conceptos teóricos de sociología o política.
La sensaciones y las emociones son cosas diferentes.
Por ejemplo, el frescor y el dulce del helado son sensaciones. Y "Huuumm, qué bueno está el helado" es o expresa una emoción causada por aquellas sensaciones de frescor y dulce en contraste con la sensación de calor en la piel procedente de la atmósfera que nos rodea.
Otro ejemplo. "Tomás tiene el pelo negro" hace referencia a una sensación visual, la de negro. Y "Tomás me gusta" hace referencia a una emoción de atracción que Tomás produce en mí.
Las sensaciones son intersubjetivas; es decir, todos vemos que el helado es fresco y dulce, y que Tomás tiene el pelo negro.
Las emociones son subjetivas. Por ejemplo, el helado no nos gusta a todos. E incluso a una misma persona le gusta unas veces (en verano) y no otras (en invierno). Y del mismo modo, todos podemos ver que Tomás es guapo y podría ser un modelo de pasarela; pero la mayoría no haríamos gran cosa por tener su atención y su cariño.
¿Cómo decidimos que algo existe, o dicho de otro modo, que es real? Lo hacemos y debemos hacer en base a nuestras sensaciones, no en base a nuestras emociones.
Así, por ejemplo, reconozco que el helado existe, porque lo toco y lo saboreo, e independientemente de que me guste o no me guste. Y reconozco que Tomás existe, porque lo veo, lo toco, lo oigo, etc., independientemente de que me resulte atractivo o no.
También podemos aceptar la existencia de cosas directamente imperceptibles, porque percibimos sus efectos; por ejemplo, en el interior de una botella una llama se apaga si causa aparente, porque se ha consumido el oxígeno que la alimentaba, etc.
¿Qué pasa entonces con las religiones? 1) Afirman una moral, y la justifican diciendo que es mandato divino. 2) Afirman que dios existe, y lo prueban con emociones, no con sensaciones.
Así, por ejemplo, uno cree que dios existe porque le quita el miedo (emoción) a la muerte. Otro cree porque le reconforta (emoción) creer que logrará un gran premio tras padecer (emoción) grandes penurias en esta vida. Un tercero cree porque le produce euforia (emoción) sentir que un padre omnipotente lo ama y lo salvará. Etc.
Pero todas estas creencias religiosas incurren en la falacia (razonamiento incorrecto) denominada pensamiento desiderativo, que consiste en creer que existe aquello que deseo (emoción).
Además, el argumento religioso según el cual debemos cumplir una determinada moral porque así lo ordena dios incurre en la falacia de autoridad.
El auténtico reto está en construir y fundamentar una moral que nos alegre la vida, pero sin incurrir en falacias. Para ello tendríamos que basarnos en las emociones, y más concretamente en sus aspectos más intersubjetivos. Es muy posible que para fundamentar una moral sin incurrir en falacias necesitemos también teorías psicológicas, sociológicas, económicas, políticas, militares, etc.
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